martes, 8 de abril de 2008

Rafael Azcona: ¡cuidado con los mansos!


Leo de el comienzo de El pisito: "La silenciosa y fétida atmósfera, remansada durante la noche en la oscuridad de la habitación, fue alborotada de pronto por una serie de ruidos encadenados que, al destrozar el silencio, provocaron también un oleaje, un flujo y reflujo de dulzarrones hedores a anciana encerrada, a gato satisfecho de la vida y a corrompidas hierbas medicinales. El escándalo comenzó con el fragoroso gemir de un jergón oriniento..." ¡Y el autor que lo escribió tenía fama de animal manso y dulce! ¡Líbrenos el destino de la amargura de los mansos! Animal manso, pero veraz. Veraz y profético como aquél niño pelirrojo del que abusaban durante todo un día al final del "Retrato del artista como un cachorro", de Dylan Thomas, pero al que, ya de noche y después de un bullying sin nombre y masivo, le brillaba la cabeza a la luz de la hoguera. Y a los otros no. Rafael Azcona Fernández.

Uno se lo imagina así, el niño que no encajaba en Logroño, que no quería arriesgarse a cruzar el Ebro a nado -como él mismo contaba-, el único no socio del Club Deportivo Logroñés. Pero le brillaba la coronilla a la luz de la hoguera, de la hoguera de los flechas. Una hoguera que sigue brillando, que nunca se apaga, que sólo crece y crece. La hoguera de los flechas (perdona, Rafael) se nos antoja ahora, por puro contraste, ya lo sé, no radiactiva, un hatillo de sarmientos, una asamblea de sabañones.

Las películas de Azcona y Berlanga son ahora absolutamente irrepresentables (que es como el franquismo clasificaba las obras de Valle que no quería estrenar y que hoy representan nueve actores aficionados y un enano). Simplemente nadie iría a verlas. O serían acusadas de reaccionarias y anti-progresistas, o de hacerle el juego al procurador en Cortes del otro bando. Ya lo decía Orwell en el prólogo inédito a Animal Farm: Lo que las dictaduras consiguen con malos modos, lo consigue Inglaterra (las democracias, un productor de Mediapro) con mejor educación y más efectividad. Me lo decía también una amiga: "En Ucrania no se habla de Chernobyl. Y en el comunismo se luchaba más por nuestros derechos." Los abogados del anti-franquismo, si es que lo fueron, (que han devenido en procuradores en Cortes y miembros de consejos de administración de la banca), con ese don que tienen para halagar lo que peor ha envejecido y esconder lo que sigue siendo actual en tus películas, han triunfado.

Todo triunfador verdadero, fracasa. Lo tuyo y lo de Berlanga han sido dos formas de fracasar. Recuerda: en Ucrania no se habla de Chernobyl.

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