viernes, 17 de julio de 2009

Autobiografia de un fotografo

TETRO, de Francis Ford Coppola
Coppola, el motto (es italoamericano y orgulloso de ello) de tantas camisetas de blandengues adolescentes, antes de que se la cambien por la chaqueta de representantes con toda naturalidad (y hacen bien), ha querido rodar un Ciudadano Kane (con la luz-éxito y todo) y le ha salido un Stalker pero, ¡ojo!, sin moraleja.
La película arranca bien, pero pronto empiezan a despuntar los tópicos y la estupidez del orondo director. Y el menor de tales tópicos no es el del famoso intelectual hemingwayano exiliado en París. "¿Pero qué coño hace un intelectual en el exilio?" Siempre me lo he preguntado.
Después la película -exiliada en sí misma- se pega una pasada por la senda que abrió Woody Allen consistente en halagar al espectador y a su tierra como en el cine de Cifesa. "¡Aquí La Alhambra! La pueden fotografiar." "¡Clic!" Finalmente se introduce gravemente en el tema de la antipsiquiatría de La Colifata, en versión yankee (del éxito), que consiste -basically- en darle la razón y varios premios al loco a ver si se le pasa (se habló ya de ello en el post sobre La Colifata): Panero ya dijo que les iban a hacer formar un día en el patio del manicomio para cantar "El negro no puede, el negro no puede..."
Los problemas de guión -Aarón Rodríguez lo ha reconocido- son innumerables: Las escenas del teatro son shakespearianas y pasables, pero para cuando hay que caracaterizar a un amargado, hay algunos trucos de la abuela: Goethe, sin ir más lejos, repite mil veces que Werther estaba triste, que Werther se quería matar, pero que odiaba con toda su alma a la gente que siempre estaba de mal humor.
La película está indudablemente muy bien rodada, tiene una gran fotografía, y es muy cinematográfica (de ahí la fascinación que ha suscitado en Aarón). Pero el tema es manido, aunque está "en la onda" (la esquizofrenia de una juventud que no se expresa), y se hunde poco a poco con un guión que no acompaña y que comete sacrilegios de tan mal gusto como el de los parentescos ocultos.
Tetro es, pues, un maremágnum de muchas cosas, Tetro se podría decir que habla cinematográficamente de todo, como la Enciclopedia Británica. El estilo operístico le favorece, algunos tiros de cámara en picado también, los personajes tomados prestados de otros directores (Welles, la Carmen Maura grotesca de Almodóvar), no.
Coppolla demuestra en la escena del funeral que es tan bueno con la cámara como Fellini, pero sin el talento de el de Rímini. La película apenas tiene dirección, como Coppola, y a lo que se dedican los que no tienen dirección es mayormente
a competir, que en direcciones no se compite.
Aarón dice que se va a ver la película tres o cuatro veces. A mí también me entraron ganas, pero dudo que encuentre algo que no haya visto ya. Los yankees son, por definición, la esfinge sin misterio. Y en cuanto a la desintegración del relato, eso mejor no lo tocamos. Terminaré este post (tan típico de la Red) con una apelación insultante típica de Internet: "A dedicarse al vino, coño. No tienes talento (de escritor)."

viernes, 10 de julio de 2009

La Catalunya profunda


TRES DIES AMB LA FAMÍLIA, de MAR COLL

He ido al cine con ganas de meterme con el Doctor Aarón Rodríguez (¡no pierdas jamás el título ni te olvides del escalafón!, intégralo en tu firma) por eso de que ridiculizar a los amigos es uno de los placeres de la vida, que decía el cabrón de Nietzsche. Para ello confiaba en entrar a Aarón por donde más falla, que es por el folletín bergmaniano y los sentimientos y además contaba con que esta película que defiende en su blog (Creadores de imágenes) fuera una catalanada tan sutil como las faldas de mucho vuelo que en su día se manufacturaban en Terrasa (cuando allí había industria).

Pero nada de lo uno ni de lo otro. Mar Coll ha retratado la Catalunya profunda, que también existe, y eso, más allá del retrato familiar, me ha resultado lo más interesante de la película: la masía, el hereu, el dinero y la familia.

Lo que es sorprendente es que le hayan dado un premio al guión. Supongo que el jurado habrá leído sólo las lágrimas y no ha leído del todo el esquivo y subversivo guión soterrado de Mar Coll.

El capitalismo puede destruir la familia aún más que ningún otro sistema. Ya ha cambiado la familia extensa por la nuclear y ahora va a por la nuclear. La defensa de la familia es tan hipócrita como la de la naturaleza o eso que llaman "medio ambiente".

La película no es masiva, sino ligera, suave, femenina -las mujeres no son un ataque masivo (hoy)- y eso hace que se haga un poco más pequeña cuando se sale de la sala. Pero no nos engañemos: está dirigida a la perfección y con un gusto exquisito. Los encuadres, el montaje y el ritmo lento son siempre los que deben ser. Aunque quizá, ¡ay!, es demasiado redonda y cerrada para mi gusto.

Mar Coll ha rodado una Gritos y susurros (ojo por ejemplo con la sirvienta) catalana con menos rojo, algo más de ironía y también más barata, con menos pela. Que le den más dinero, que lo agradecerá.