lunes, 25 de febrero de 2008

Dreyer plagiado


LUZ SILENCIOSA (STELLET LICHT), DE CARLOS REYGADAS
Lástima. Uno ha salido del cine muy triste por dos razones. La primera y la más grave: La película le ha demostrado a uno que quizá hemos perdido para siempre el modo metafísico de rodar. Reygadas intenta imitar a Dreyer en todo, también en esto, claro, pero lo que le sale es el modo documental. Es como si el fotograma hubiera perdido la dirección vertical, la luz cenital, de una vez y para siempre. Es como si los actores no supieran mirar más al cielo.

Dos: La película constituye, una vez abandonada la intentona metafísica, una inmensa oportunidad perdida, porque, cuando parecía que estaba retratando a una decadente comunidad menonita que estaba perdiendo la espiritualidad mediante una cámara que ya la había perdido para siempre, hace caso omiso de todas las preguntas que el espectador se estaba haciendo desde el principio y pasa a hablarnos de infidelidad, o a quedarse en un plagio literal de Dreyer, incluso con la ambigüedad y la lentitud -en este caso, calculadas- del danés.

La película tenía muchos buenos finales, menos el que ha quedado. Se podía haber uno reído del propio Dreyer no resucitando a la muerta, como corresponde a estos tiempos y a esa sociedad menonita, o la amante podría haberse hecho cargo de la casa de la esposa legítima, destruyendo la comunidad moribunda. Pero Reygadas, lo ha demostrado, es un mejicano con pocas ganas de "joder" (que es como llaman por allí a bromear). Uno ha recibido un documental de antropología social, pero se ha quedado con ganas de ver cómo era la falta de espiritualidad la que pone ahora en marcha el reloj de Dreyer en Ordet.

domingo, 24 de febrero de 2008

Erostrato en el templo


ELEPHANT, DE GUS VAN SANT
El Nuevo Periodismo -o cualquier otro género que haga arte a partir del periodismo o de la crónica de sucesos (y no alrevés, que es lo que se hace hoy, periodismo a partir del arte, a partir de la subjetividad)-, digamos la verdad, lo tiene fácil. Un suceso que se novele o se guionice adquiere tal trascendencia por el mero hecho de que provenga de la "realidad" que el lector o el espectador queda hipnotizado por el texto.
Pero a esta trascendencia se le suma además la adquirida por el hecho de ser adaptado para el arte. Eróstrato incendió el templo de Artemisa para pasar a la historia por ello. Ahora no sólo novelamos el incendio del templo para pasar a la historia en el lugar de Eróstrato, sino que se puede decir que la trascendencia -el incendio- la crea quien lo novela. Lo de menos es el incendio, lo importante es la película. Porque la película sacia la sed de realidad y el incendio ni siquiera lo hemos visto. Elephant es un ejemplo de cómo aprovecharse de todo esto.

Y, por supuesto, pues es eso de lo que se trataba en el Nuevo Periodismo, el director del que hablamos en esta ocasión, Gus Van Sant, se separa de la realidad cuanto le da la gana. Más que una crónica de los hechos, lo que hace el director estadounidense es entrar en el cuarto de los asesinos y husmear en el armario. Es como una de esas instalaciones en las que simplemente se representa el cuarto de un adolescente, nada más. Pero entonces todo se queda necesariamente en la epidermis de los sucesos, en la ropa, en el desorden juvenil del cuarto.

El retrato psicológico de los dos jóvenes falla y Van Sant, por supuesto, les hace gays. Los interminables planos secuencia en los que no está excluido el placer visual no salvan el resto. La tesis final de esta videoinstalación de Van Sant es la de un nuevo e inconsciente nazismo: el humo de los crematorios sobre un impoluto cielo azul de high school.

En fin. No nos quejemos. Van Sant es lo que hay, es lo que tenemos. Nos han sustituido a los grandes titanes por hijos de un dios menor. Y todo queda corto, hasta el metraje.

sábado, 23 de febrero de 2008

Tres hermanas, de Anton Chejov


EL TEATRO DE LAS MARIONETAS
En el parlamento inicial de Antígona lo primero que hace ésta es recordarle a Ismene que ambas son hermanas, que tienen que escuchar juntas la llamada de la sangre. Lo que hace antes que nada es irrumpir en su libertad, manipularla: "Ismene, hermana mía,..." Así empieza a escribir Sófocles y así es el teatro desde entonces. En el teatro enseguida sale alguien que te recuerda que es tu hermano o tu primo, tu jefe o tu siervo, tu paciente o tu médico y que tienes tú o tiene él ciertas obligaciones. El teatro no es ni ha sido nunca un género para la libertad, como la poesía, ni siquiera para la privacidad. El teatro es la no-libertad, es la necesidad, es la sociedad, incluso en el caso del monólogo. En el teatro se ven todos los hilos de los que cuelga el hombre.

Por eso los mejores guiñoles, o los más impactantes, son aquellos que se manejan desde arriba y por eso tiene tanta fuerza el montaje que ha hecho de Tres hermanas Ignacio Aranaz, al servicio del Teatro Gayarre de Pamplona.

Aranaz ha colgado todo el atrezzo del techo y ha dejado que los actores lo vayan bajando según sus necesidades. Y así cuelgan permanentemente del techo todos los hilos de los guiñoles chejovianos y de sus aperos mientras ciertos sirvientes los esquivan silenciosamente, como fantasmas, como vagabundos. No es mala idea, porque en realidad son los actores los que cuelgan del techo.

O quizá sea que los objetos cotidianos se vuelven tan inalcanzables como las ilusiones perdidas de sus personajes.

Viendo a Chéjov te das cuenta (también) de lo mucho que ha influido en Woody Allen. September no es más que una pieza puramente chejoviana. Las mismas frustraciones, los mismos excesos pesimistas, la misma simpatía por los personajes cínicos y la misma caracterización de la vida como una vieja terca, sorda y muda, que no escucha ni se acaba de hacer explicar.

Quizá Valle es superior porque se ríe, pero Chéjov tiene su lugar porque perdona siempre. Perdona todas las miserias de sus personajes y a todos sin excepción les regala algo perfecto. Dalí decía del ser humano: "Pueden tener los pies feos, pero si tienen los pies feos, tienen los ojos de la pasta del oro." Pero esto, desengañémonos, ya no es Chéjov. Ese algo perfecto, nunca jamás sacó de la mediocridad a un personaje de Chéjov.

jueves, 21 de febrero de 2008

Pozos de ambicion, de Paul Thomas Anderson


LA TESIS
Dos consideraciones acerca de There will be blood, que es el título no apócrifo de Pozos de ambición, que suena, en cambio, a radionovela.

La primera. Que es curioso pero habitual ver una película y no saber decir qué es lo que hace que una película se haga lenta. La magnífica El cazador de Michael Cimino es una película lenta y larguísima pero que nunca se hace lenta, especialmente en su primera parte. Y con Pozos de ambición pasa, salvando las distancias, algo parecido. Es lenta pero no se hace lenta.
Quizá la clave esté en que en ambas nunca dejan de pasar cosas, las escenas avanzan a lo largo de un hilo que se mantiene siempre misterioso, pero firme. La lentitud no es tal cuando, como a lomos de una bicicleta y por muy lento que avances, no dejas de dar pedales.

La segunda. Pozos de ambición es una película de tesis sobre el negocio de la religión y la religión del negocio en Estados Unidos. Es una larga y retardada fábula acerca de la separación entre Iglesia y Estado, acerca del conflicto entre religiosidad y laicismo en paises, como los Estados Unidos o Israel, que no han tenido Edad Media. Es una predicción. No voy a entrar en la tesis, que creo que es correcta.

Quiero decir tan sólo que en las películas de tesis -sobra decirlo- todo está al servicio de ella. La tesis aparece al final, como una cuchillada, la tesis es exaltada y se muestra sin moderación. Pero lo importante es que, parafraseando lo que dijo Nietzsche de los malos artistas (románticos), la tesis tiraniza, pero nunca domina. Y el arte, que es digestión de la realidad -también según Nietzsche-, debe dominar, convencer, unificar, guiar siempre en libertad, no tirar del ronzal a base de materia gris. Toda tesis tiene algo de indigesto. Y Pozos de ambición, ya lo he dicho, es una película de tesis.

martes, 19 de febrero de 2008

Asuntos privados en lugares publicos, de Alain Resnais


DECADENCIAS
Parece ser que a Alain Resnais le han dado el premio al mejor director en Venecia por esta película. (Podrían haber convertido la Fenice en un lupanar, al mismo tiempo y durante la misma ceremonia.)

Alain Resnais ha pasado de la nouvelle vague, del nouveau roman (con Robbe-Grillet y El año pasado en Marienbad) y de Hiroshima mon amour (con la ayuda de Marguerite Duras) a la nada.

Ya hemos hablado en esta gavilla de críticas sobre la decadencia de cierto cine europeo, que es una forma o manera de hablar de la decadencia del cine en general, porque los estadounidenses han hecho muy poco convirtiendo la pantalla en una fábrica de sueños y dejándose las pesadillas fuera. Pues bien, esta película es la demostración de que hoy en Europa no saben hacer ni una comedia ligera, ni la típica comedia parisina y amable.

Es evidente que no tenemos ni el presupuesto ni la belleza de los actores negros y blancos ni los directores artísticos de Woody Allen, pero, ¿es tan difícil que en un plano-contraplano el que está en segundo plano no salga desenfocado? ¿Supone un reto técnico no dejarse la coronilla de los actores fuera de plano? ¿Por qué los actores se pegan todo el rato poniéndose y quitándose abrigos? ¿Tienen que ir los protagonistas necesariamente al excusado?

Coeurs, que es como se titula la película en francés, es algo muy triste. A saber, unos simbolismos de instituto, una comedia sin ingenio en los diálogos y unos diálogos sin mundo, algo terrible para una comedia dramática. Y un guión absurdo al que, por muchas vueltas que le des, no lo entiendes (¿La leyenda del santo bebedor? ¿Pesimismo? ¿Neocatolicismo? ¿Los árboles mueren de pie? ¿Casona? ¿...?). No entiendes más que que Resnais se ha vuelto un burguesazo que lo que quiere es "hacer línea" (que es como llaman los profesores camastrones y canallas a escribir una línea más en el currículum) y embolsarse la subvención del estado.

Al salir del cine las calles de Bilbao estaban vacías, ajenas a mí. Ya no conozco a nadie que viva por allí. Y me pregunto para qué he salido de casa. Hacía calor, como siempre. Hasta en febrero hace calor. Y en la película no paraba de nevar. Todo el mundo sabe, me decía, que en París ya no nieva, todo el mundo lo sabe.

miércoles, 13 de febrero de 2008

La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel


EL DERECHO AL SOLIPSISMO
Pudiera parecer que La escafandra y la mariposa es una especie de Y Johnny cogió su fusil con un redactor de la revista Elle en vez de con un bravo soldado. Pero esto no es exacto. La película tiene una parte rodada sin concesiones, una parte dura, con esa dureza de los franceses, que al fin y al cabo también son un pueblo mediterráneo (le scaphandre), y otra parte cursi con ese aire de familia francés que decía Umbral que tiene todo lo cursi (le papillon).

La primera parte, que halago, es el planteamiento de la película, apenas la primera media hora, con impactantes imágenes de inspiración surrealista y sin estilismos inútiles. La segunda parte linda con el video musical y su huera exaltación, aunque a veces encuentra contenidos interesantes, como el del viaje a Lourdes.

Lo que creo que atrajo a Julian Schnabel de la historia es la creatividad de alguien encerrado en su propio cuerpo casi sin poder comunicarse y su consiguiente solipsismo. El solipsismo, que es tan artístico y tan intrigante. El arte, se diría a veces, es ver el mundo de una forma diferente, tan sólo verlo de una forma distinta; un lenguaje privado, con eso basta. Joseph Brodsky escribió: "Si la poesía demuestra algo/es que la naturaleza humana es privada.", pero se refería sobre todo al dinero.
Jean-Dominique Bauby, el malogrado protagonista, demuestra que la razón no es intersubjetiva y merece que digamos que sus imágenes (que tampoco son tantas) son, en el fondo de su cautiverio, no descubrimientos sino invenciones, logros solipsistas.

Schnabel, como ya hizo en Antes que anochezca, utiliza la naturaleza para mostrar estados de ánimo y pone en marcha la moviola como ya hiciera Leni Riefenstahl en Olimpia. Y así expresa derrumbamientos y reconstrucciones de la cámara subjetiva del protagonista.

Lástima que la película no soporte su largo metraje y que la mariposa cursi se acabe imponiendo a la escafandra simbolista en el tiempo de descuento, que es mucho.

lunes, 11 de febrero de 2008

No es pais para viejos, de Joel y Ethan Coen


ES PAÍS PUEBLERINO
No tengo ganas de escribir sobre esta película y escribo sobre ella sólo por espantarme las anginas del magín, por escribir algo. No me ha gustado.

Y eso que uno ha entrado contento en el cine; el título recordaba a esa frase inicial de Jack Keruac, en On the road, "And we went to see the country" y uno se acomodaba en la butaca dispuesto a ver el estado de aquella nación, el estado de The Nation. Esa frase es uno de tantos girones en prosa que de repente tiran mucho del lector, como el "Santiago se preguntaba en qué momento se jodió el Perú" de Mario Vargas Llosa.

Pero la película no merecía ese optimismo ni esa buena voluntad. Uno, conforme la violencia competitiva se exporta, está cada vez más convencido de que la violencia que no se explica sobre la pantalla surte sus efectos sobre la sociedad. No quiero ponerme moralista. En estas cuestiones soy un moralista.

Los hermanos Coen son algo así como Norman Foster en arquitectura; una revisión de todo lo que se ha hecho antes, ambos son un repaso manierista de toda la historia de sus respectivas disciplinas. Y, además de que el manierismo cansa, después de vista la película lo que queda es más bien un spaghetti western con todos sus excesos y todos sus tópicos y con un final con ínfulas de cine independiente.
La película está basada en un relato de Cormac McCarthy, pero las anginas me han dejado sin fuerza de ponerme a buscarlo.

Dicen que todos los que se llaman Coen o Cohen -o Kahn, Kohn o Kahan, entre otros- fueron rabinos judíos en un punto u otro de su genealogía, y dicen también que se les puede retirar el apellido si llevan a cabo algún amancebamiento con mujer no pura para un sacerdote. ¿Entran las relaciones de los Coen con Hollywood en este apartado? Los dos astutos judíos mantienen, aún después de Arizona baby, la cuestión en el filo de la navaja. Pero, desde luego, una cosa es segura: se están jugando el nombre.

jueves, 7 de febrero de 2008

4 meses, 3 semanas, 2 dias, de Cristian Mungiu


EL INFIERNO A LA VUELTA DE LA ESQUINA
En Divinas palabras se lee: "Compadre Miau - Tocante al crío, pasando de noche por alguna villa, convendría soltarlo." Poca Pena - "¡Casta de mal padre!" Miau - "Pon que no lo sea." Poca Pena - "Tú mismo eres a titularte de cabra.", etc. El aborto -un escenario también muy begmaniano, muy existencialista-, pero en este caso con el interesado más crecidito, como le correspondía al rancio y genial gallego. Y lo mismo hoy, pero ahora aséptico, científico, narcótico, tan aséptico que muchas jóvenas pueden después leer Divinas palabras para salir de la convalecencia. Pero eso va por familias, no se puede generalizar. Unas abortan como quien se quita un padrastro y a otras les marea el olor del cloroformo para toda la vida.

Hemingway, en Colinas como elefantes blancos, tiene una conversación similar con Martha Gelhorn, haciendo él del Compadre Miau, sin darse mucha cuenta. Quizá fuera anticlericalismo yankee del que casi no queda, quizá el aborto fuera una pose intelectual, como el Moleskine, quizá es que pensara que el aborto era el San Fermín de las mujeres, cuando no corren San Fermín. Además, no exageremos, que quien más quien menos ha abortado hoy.

El aborto, líquidos azules que matan, la leche en polvo que al final va para los gatos, el abortado, con enemigos por todas partes. Los perros, los infinitos perros de Bucarest, también son enemigos del nasciturus. El aborto visto desde todos los puntos de vista menos el del interesado, que ahí no se puede meter una cámara o casi no, que un buen director lo intenta todo y hay un tiro de cámara que casi lo coge.

La película, rumana, pertenece a una serie con el irónico título de "Cuentos de la edad de oro", pero más que a Hesíodo parece que va a pasar revista al comunismo, sin bandazos ideológicos e injustos de ninguna clase, retratando toda la solidaridad (el dinero no valía nada) y la desidia de la época. En primer lugar, la pelicula, armada sobre un trípode incierto pero bien colocado para captar la psicología de los personajes, se hace con un realismo y una fenomenología que funcionan, lo que ya es decir mucho, y después es un placer dar la bienvenida a los rumanos, decir sí a Rumanía.

La película, los perros, los cigarrillos, los coches, no quiero destripar nada, pero la pantalla se llena de reminiscencias para ir dibujando un discreto infierno, el infierno de un problema. ¡Carajo! ¡Lo que estoy diciendo! ¡Que también se puede hacer cine con "una problemática"! Debe ser que el infierno está en el barrio, a la vuelta de la esquina. "Lo más seguro es que el fin del mundo sea una esquina", decía Cela. Hay mujeres que llevan la muerte en el útero; Bukowski llevaba la muerte en un bolsillo, de vez en cuando la sacaba y hablaba con ella, etc.

domingo, 3 de febrero de 2008

Opiniones de Bukowski sobre el cine en la noche de los "Goya"


“Las películas son igual de malas. Escucho o leo a los críticos. Una gran película, te dicen. Y voy a ver la mencionada película. Y me quedo allí sentado sintiéndome un maldito imbécil, sintiendo que me han robado, engañado. Ya sé lo que va a pasar en cada escena antes de que ocurra. Y las previsibles motivaciones de los personajes, lo que les impulsa a actuar, lo que buscan, lo que consideran importante, es tan juvenil y patético, tan burdo y aburrido. Las escenas de amor son mortificantes, anticuadas, papilla preciosista.”
“Las grandes estrellas de rock pululaban por ahí. A mí ya me las habían presentado en otras ocasiones. Eso me preocupaba. Me preocupaba que vinieran directores y actores a casa. Me disgustaba Hollywood, el cine raramente me decía nada. ¿Qué hacía yo con aquella gente? ¿Habrían conseguido engatusarme? ¿72 años de lucha para que luego te engatusen?”
Charles Bukowski
(Citado en http://es.geocities.com/lawebdehank/)