jueves, 20 de septiembre de 2007
El hombre sin pasado, de Aki Kaurismaki
EL HOMBRE INVISIBLE
En "El hombre sin pasado" Aki Kaurismaki realiza uno de sus irónicos retratos de la clase trabajadora de Helsinki. No he visto la película entera porque he llegado tarde -quizá porque el principio es el relato de una amnesia y no hay nada que me moleste más que un amnésico (juro que no me quedo amnésico ni aunque me golpee Forrest Whitaker)-, pero con lo visto creo que me basta y me sobra para saber que Kaurismaki está muy a gusto en el presente. Es cierto que lo critica, pero no hay mucha crítica formal en él. Y si no hay crítica formal, no hay crítica. Hoy está de moda recordar que siempre ha habido amargados que han rechazado todos los cambios modernos -hasta Platón se planteó abandonar la escritura en el Fedro-, pero estaría bien acordarse también de la madre de todos los que aceptan la cultura actual, sin más, con aquello de que "hay que ser completamente, rabiosamente modernos". Kaurismaki, aunque trate la pobreza con una sensibilidad sin igual y aunque el infantilismo sea lo que le corresponde realmente a una historia como la que cuenta, es uno "de ellos", no nos llamemos a engaño.
Lo cual no quiere decir que su mirada irónica sobre Finlandia -es uno de esos directores tan interesantes que no se encuentran a gusto en su país (las juke-box son una especie de huida de Finlandia)- o que su mirada cristiana sobre los pobres, carezcan de interés. Pero los planos, casi siempre fijos, son infantiles; de hecho, los pocos movimientos de cámara que hay son para sacarla de un plano algo difícil y meterla en otro más diáfano.
Nos volvemos a quedar con su actuaciones arterioesleróticas, que recuerdan a Fassbinder, con la rudeza de alguno de sus diálogos, llenos de realidad finlandesa ("Si me ves boca abajo en el arroyo, dame la vuelta."), y con la temperatura de la paleta utilizada, muy alta, infantil. Es un gran pintor y algunos de los contenedores en los que viven los pobres son dignos del mejor Rohtko.
Como siempre, intercala muchas actuaciones musicales e introduce el absurdo. Pero la mirada no es compleja, es la de un niño: Los policías, los burócratas y los banqueros son malos, los pobres y los músicos son buenos. Pero defendámosle de tanto ataque "políticamente correcto" para seguir haciendo ataques políticamente correctos desde el otro lado: El protagonista, M. (probablemente M. es el equivalente de la X. en la literatura finlandesa, como en la rusa es N.), cierra la tierra en la que planta patatas como si fuera una vulva y los trucos de los pobres para sobrevivir recuerdan al mejor Milagro en Milán. Pero sin embargo el resultado es muy light, vegetariano. Te levantas de la butaca con la sensación de que no has comido nada. Y es que has comido muy poco, una dieta de colores.
¿Qué salvaríamos de El hombre sin pasado? El aire, el aire encerrado en el celuloide, el frío y nítido aire finlandés. Ese aire está lleno de vodka e idiotas de Dostoievsky.
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4 comentarios:
hola...me paso por aqui para saludarte mientras te digo que desconocía tu blog hasta que llegué a el. me encantará ir leyendo tus comentarios. que tal va tu pierna?. un beso y seguimos en contacto blogeando
El pie está sorprendentemente bien, poco a poco, aunque aún no puedo correr. Me gustaría contestarte en tu blog, pero aún ni sé. Por cierto, esos cuadros que tienes son buenísimos, el de la chica fumando en la cama. ¿De quién son?
Buenas Ibán, acabo de descubrir tu blog, gracias a María.
Soy Cris del máster no sé si me recordarás (la del manga y el anime :))
Pasaré a visitarte a menudo.
Un abrazo
Exacto soy la del manierismo jeje
Gracias por tu visita, el blog lo hacemos entre mi novio jacarma y yo.
Un saludete
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