martes, 25 de septiembre de 2007

Un corazon invencible, de Michael Winterbottom

TRES COSAS DIVERTIDAS SOBRE LA MUERTE DE DANIEL PEARL

La primera es que, entre la viuda y el resto de la troupe, han conseguido hacer un thriller de misterio del asesinato de Pearl, como se nos tiene acostumbrados, en vez de un análisis a fondo de las circunstancias de su muerte o una reflexión acerca de su figura o de la reacción de su familia tras su decapitación (crear una fundación para la paz a través de la música). La película es puro entretenimiento, antes que un documental.
La segunda es que se trata de un biopic, pero de un biopic de "la viuda de" con lo que el culto a la feminidad de la cultura actual ha llegado a una nueva cota más alta. El importante no es el muerto, es ella, pues soporta la muerte de su marido; es una viuda que además tiene todas las trazas de haber aparecido como una cubana insensible.
Y la tercera es que, teniendo en su mano los mismos mimbres que Rossellini en Roma cittá aperta -una escena de tortura que al parecer dio origen a la modernidad cinematográfica-, Winterbottom y Hollywood no han creado nada nuevo, no han dado una vuelta de tuerca en el sentido artístico. La tortura se ha mantenido en el fuera de campo, así como el orgullo de los torturados, sean pakistaníes o americanos. Los novedosos y desgarradores (es más importante lo primero que lo segundo porque sin lo primero no hay segundo) gritos de ella me parecen, humildemente, demasiado poco. Debería haber gritado más.

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