domingo, 24 de febrero de 2008

Erostrato en el templo


ELEPHANT, DE GUS VAN SANT
El Nuevo Periodismo -o cualquier otro género que haga arte a partir del periodismo o de la crónica de sucesos (y no alrevés, que es lo que se hace hoy, periodismo a partir del arte, a partir de la subjetividad)-, digamos la verdad, lo tiene fácil. Un suceso que se novele o se guionice adquiere tal trascendencia por el mero hecho de que provenga de la "realidad" que el lector o el espectador queda hipnotizado por el texto.
Pero a esta trascendencia se le suma además la adquirida por el hecho de ser adaptado para el arte. Eróstrato incendió el templo de Artemisa para pasar a la historia por ello. Ahora no sólo novelamos el incendio del templo para pasar a la historia en el lugar de Eróstrato, sino que se puede decir que la trascendencia -el incendio- la crea quien lo novela. Lo de menos es el incendio, lo importante es la película. Porque la película sacia la sed de realidad y el incendio ni siquiera lo hemos visto. Elephant es un ejemplo de cómo aprovecharse de todo esto.

Y, por supuesto, pues es eso de lo que se trataba en el Nuevo Periodismo, el director del que hablamos en esta ocasión, Gus Van Sant, se separa de la realidad cuanto le da la gana. Más que una crónica de los hechos, lo que hace el director estadounidense es entrar en el cuarto de los asesinos y husmear en el armario. Es como una de esas instalaciones en las que simplemente se representa el cuarto de un adolescente, nada más. Pero entonces todo se queda necesariamente en la epidermis de los sucesos, en la ropa, en el desorden juvenil del cuarto.

El retrato psicológico de los dos jóvenes falla y Van Sant, por supuesto, les hace gays. Los interminables planos secuencia en los que no está excluido el placer visual no salvan el resto. La tesis final de esta videoinstalación de Van Sant es la de un nuevo e inconsciente nazismo: el humo de los crematorios sobre un impoluto cielo azul de high school.

En fin. No nos quejemos. Van Sant es lo que hay, es lo que tenemos. Nos han sustituido a los grandes titanes por hijos de un dios menor. Y todo queda corto, hasta el metraje.

1 comentario:

bolboreta dijo...

Buff, Iban, que decir ante este comentario... Pues que a mí Elephant me gustó en su momento. Me parece interesante la forma de trasladar a la pantalla la historia desde distintos puntos de vista. Sobre todo eso, la técnica.
Estoy de acuerdo en lo de los asesinos gays. Es muy fácil recurrir al tópico para caracterizar a dos incomprendidos (quizás sean ellos los que no se hacen comprender) que recurren a lo fácil para solucionar sus problemas. Lo más sencillo es quitarse de en medio y acabar con los problemas de un plumazo.
Tal vez sea cierto que le falte chicha.
Un abrazo.