martes, 19 de febrero de 2008

Asuntos privados en lugares publicos, de Alain Resnais


DECADENCIAS
Parece ser que a Alain Resnais le han dado el premio al mejor director en Venecia por esta película. (Podrían haber convertido la Fenice en un lupanar, al mismo tiempo y durante la misma ceremonia.)

Alain Resnais ha pasado de la nouvelle vague, del nouveau roman (con Robbe-Grillet y El año pasado en Marienbad) y de Hiroshima mon amour (con la ayuda de Marguerite Duras) a la nada.

Ya hemos hablado en esta gavilla de críticas sobre la decadencia de cierto cine europeo, que es una forma o manera de hablar de la decadencia del cine en general, porque los estadounidenses han hecho muy poco convirtiendo la pantalla en una fábrica de sueños y dejándose las pesadillas fuera. Pues bien, esta película es la demostración de que hoy en Europa no saben hacer ni una comedia ligera, ni la típica comedia parisina y amable.

Es evidente que no tenemos ni el presupuesto ni la belleza de los actores negros y blancos ni los directores artísticos de Woody Allen, pero, ¿es tan difícil que en un plano-contraplano el que está en segundo plano no salga desenfocado? ¿Supone un reto técnico no dejarse la coronilla de los actores fuera de plano? ¿Por qué los actores se pegan todo el rato poniéndose y quitándose abrigos? ¿Tienen que ir los protagonistas necesariamente al excusado?

Coeurs, que es como se titula la película en francés, es algo muy triste. A saber, unos simbolismos de instituto, una comedia sin ingenio en los diálogos y unos diálogos sin mundo, algo terrible para una comedia dramática. Y un guión absurdo al que, por muchas vueltas que le des, no lo entiendes (¿La leyenda del santo bebedor? ¿Pesimismo? ¿Neocatolicismo? ¿Los árboles mueren de pie? ¿Casona? ¿...?). No entiendes más que que Resnais se ha vuelto un burguesazo que lo que quiere es "hacer línea" (que es como llaman los profesores camastrones y canallas a escribir una línea más en el currículum) y embolsarse la subvención del estado.

Al salir del cine las calles de Bilbao estaban vacías, ajenas a mí. Ya no conozco a nadie que viva por allí. Y me pregunto para qué he salido de casa. Hacía calor, como siempre. Hasta en febrero hace calor. Y en la película no paraba de nevar. Todo el mundo sabe, me decía, que en París ya no nieva, todo el mundo lo sabe.

1 comentario:

Iban Silván dijo...

Me dicen que algunas escenas inicials son apocalípticas. Ya me había dado cuenta. Pero creo que son casualidades. No creo que sea ni intencionado.