lunes, 19 de mayo de 2008

La princesa Turandot


TURANDOT, DE GIACOMO PUCCINI
Pekín en tiempos legendarios. La princesa Turandot desposará al primer pretendiente que consiga resolver sus tres acertijos y decapitará a todos los que fracasen.

Recuerdo que hace algunos años se "desató una polémica" más acerca del caso de un hombre que había violado a una mujer durante quince segundos. Los hechos probados que juzgó el juez -creo recordar que como violación- fueron los siguientes: una mujer acostumbraba -se probó por propia confesión de la interesada- a decir que no al amancebamiento cuando quería decir que sí. Y un día le dijo que no a un hombre que la había satisfecho en varias ocasiones de esta manera. Pero ese día su no era no y no sí y el acusado la violó durante quince segundos, después de lo cual descubrió el equívoco y se disculpó.

Los periódicos prestaron atención, sobre todo, a los comentarios acerca de la mini-falda de cierto fiscal de la derecha, pero entre tanto se entabló una discusión entre el entonces filósofo del régimen -Fernando Savater- y un desconocido profesor de filosofía de un instituto. La argumentación del desconocido profesor era lógicamente impecable: Entre otros argumentos, razonaba que no podía haber violación porque ella daba su consentimiento estando en el lugar y en la situación en la que estaba y, como lo había hecho en otras ocasiones, diciendo que no. Pero Fernando Savater, el filósofo que nunca acaba una argumentación, el pensador de los razonamientos llenos de flecos, intervino y, con un argumento vitalista, cogiendo a Nietzsche como el rábano por las hojas, dijo que a él le parecía mucho más "sano" lo que había hecho el juez: juzgar el acto como violación. Y, como es habitual en él, dió una razón sorprendente que casi parece hecha a sabiendas, malintencionada: ¡que no juzgarlo como violación suponía acabar con el juego de la seducción! (Cuando el juego, para seguir siendo juego, no te puede costar una temporada en la cárcel en el caso de perder. Eso es precisamente lo que lo destruye.)

Desde entonces el juego de la seducción se ha convertido en uno de los acertijos de la princesa Turandot, desde entonces, como ocurre en la ópera, los ministros de la princesa deploran el excesivo número de ejecuciones y lamentan no poder disfrutar de sus apacibles vidas en el campo, cosa que podrían hacer si se supiera que la verdadera historia de la princesa es que su antepasada, la también princesa Lo-u Ling, fue violada y asesinada por unos soldados extranjeros. Desde entonces en la China de cartón piedra de la ópera se sueña con restablecer la calma en el país mediante un soldado extranjero que le diga por fin a la princesa: "¡Princesa de hielo, de tu trágico cielo desciende a la tierra! ¡Levanta ese velo...!"

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