jueves, 3 de julio de 2008

Juventud sin ideologia


Al hilo de AN AMERICAN CRIME, de Tommy O´Haver
Asomarse a la juventud norteamericana desde Europa, desde las películas juveniles de Godard, da la sensación de ser asomarse a un abismo en el que no cabe la ideología, sino sólo cascos vacíos de Coca-Cola. En este abismo no cabe la heroicidad, que vendría dada por la ideología, por el pensar a la contra, por la gracia situacionista y juvenil, sólo cabe el aburrimiento o la colisión con la ley de un sistema perfecto.
Quizá es que lo sea. Me explicaré: Hegel dice que nos es imposible criticar algunos aspectos de nuestro tiempo porque vivimos inmersos en ellos. Quizá el sistema americano (lo dudo) sea toda la perfección a la que podemos aspirar hoy en día y por eso ellos no se ven sus defectos. Quizá les haya pasado por encima la apisonadora del chauvinismo, del comfort, de la máquina de propaganda más arrolladora del siglo XX, del imperio.
La película, sin ser gran cosa, describe un crimen plano, sin ideología, frío, un crimen por veinte dólares a la semana, un crimen puro, americano.

Y es un buen peep-hole para ver una de esas siluetas perfectas, uno de esos perfiles que, tijera en mano, recorta Hollywood (nada más que un pueblo de actores) con maestría, a saber, el de Ellen Page. Si Fellini decía que el abuelo Barrymore era el rostro perfecto, Ellen Page es el rostro y la estampa perfectos de la sensibilidad moral, esto es, de la inteligencia.

La película, decía, no es gran cosa, pero cuenta una historia que me ha gustado.

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