martes, 15 de julio de 2008

La pequeña narrativa


ALEKSANDRA, de Alexander Sokurov
¿Cómo habría que denominar estos ejercicios del último cine europeo? Son povera, hipnotizantes y un poco desoladores. Atrás quedaron las grandes apuestas -E la nave va, Ludwig, Stalker, Fanny y Alexander-, los grandes órdagos de unos locos que tenían los cojones de oro y el cerebro repleto de nitrato de plata y ahora tenemos a un regimiento de tímidos que se han guarnecido detrás de las cámaras. Atrás quedaron las grandes narrativas, como ballenas baradas y en proceso de extinción, según dejó dicho Umbral, y ahora no tenemos una propuesta artística clara y nos refugiamos en el mensaje más o menos ecléctico y sin convicción. Y esto es un error. Hay que sacar a estos brillantes cobardes de sus cuarteles de invierno y hay que volver a hacer películas con mucho dinero y con mucho valor. Hay que combatir. El gran cine, más allá de La hamaca paraguaya, siempre ha sido la novia cara de Bergman. (Quizá la culpa la tenga la magnífica Signos de vida, de Herzog.)

Las nuevas apuestas cotizan a la baja y son realistas y costumbristas, que eso siempre está ahí, el realismo y el costumbrismo. La Babushka con su trenza, el soldado con su kalashnikov. Pero con el costumbrismo ocurre como con la definición de "filosofía" (amor por el saber), esto es, que a un griego no le dice nada porque ya sabe lo que es. A un ruso esta película tampoco creo que le diga mucho.

Pero estoy cargando las tintas. Sokurov esta vez no ha intentado filmar el plano secuencia más largo ni otros records del mundo. Ha demostrado que -si no se es yankee- se puede hacer una película de guerra tan sólo dosificando la tensión. Y ha narrado los tiempos muertos, esas muertes en vida que son peores que las muertes de verdad -como decía el oficial de Riso Amaro- de un ejército aislado. Pero Sokurov también está acuartelado y rara vez entra en combate.

Pero quizá esté cargando las tintas. Hay un par de planos bellos y austeros. Y también algo valientes, un peu.
Aleksandra: su nombre quizá pueda querer decir "la que odia a los hombres". La que los odia un poco, en algo, en algún sentido, que no están los tiempos para generalizaciones.

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