miércoles, 25 de junio de 2008

Swingers party con supervivientes de Auschwitz

ARITMÉTICA EMOCIONAL
Aarón Rodríguez me pone sobre la pista de La niebla (excelente) y me pregunta por Aritmética emocional, así que cojo el coche y me voy a verla al otro lado de la ciudad. Pero la clave para analizar la película me la daba él mismo cuando en su libro "Fanny y Alexander. La luz en el espejo" decía algo así como que los intentos de plagiar a Bergman se han saldado con enormes fiascos de incalculables costes tanto económicos como personales. Algo así. Él lo decía mejor, creo recordar.

Pero la dichosa Aritmética no sólo es un chasco personal, es un fraude moral. Empecemos por el plagio textual a Bergman: Se reproduce a Edipo, los abedules nórdicos, la isla de Faro, las botas de Andreas Winkelman en En Passion, las armas y los enigmáticos disparos en graneros, las obras que le salen "como en un torrente" al artista de Como en un espejo, el hombre haciendo la cruz también de Como en un espejo, la amargura, las medicinas para la mente, la Biblia, la mujer del vestido rojo en el piso de arriba en Sonata de otoño... Han copiado hasta los Volvos. Pero todo ello con prodzac, cocinas de Ikea y actores norteamericanos, como Susan Sarandon, individualistas, dando abrazos en los que nadie cree y carentes de cualquier pasión nórdica, paseándose en pantalones pirata entre supervivientes de los campos de exterminio. Los actores sonríen demasiado a los niños, dicen demasiadas veces ¡oh! y ¡ah! y ¿estás bien? y, por supuesto, las imágenes de los flash back sobre los campos son en blanco y negro. El guión tiene como característica que repite todo dos veces para darle más énfasis, con lo que pierde fuerza la primera vez que lo dicen y también la segunda. Todo es un desastre considerable.

En cuanto al fraude moral, el director, a quien no mencionaré, de sonoro apellido judío, se cree en el derecho de representar a miles, a cientos de miles, a millones de muertos (seis, se nos dice por lo alto, y lo creemos) con su falta de talento. Se traviste de preso en los campos y empieza la carnavalada. Y después nos coloca un discurso pseudo-racista (lo que no es de extrañar, el "pueblo elegido" inventó el racismo) con el que se nos hace saber que don Quijote también era judío. Como estrambote se sobreimpresiona una cita sobre los miles de muertos en tal o cual campo de concentración y la canallada queda perpretada.

Las señoras de clase media-alta desplegaban sus pañuelos a la salida. Yo también me he emocionado, lo reconozco. Durante un momento he aprovechado para pensar sobre fútbol. Y la selección va muy bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ha querido mi destino que al final me acercara también a ver la película de marras, encima el día de la famosa final que hemos ganado (o eso dicen las sirenas skin que suenan por la calle). Manda cojones, para ir por línea recta.
Además de estar de acuerdo punto por punto con lo que planteas, encima del cabreo extra lo trae esa sensación de "cine de qualité" de la que intenta presumir esta cinta, esos planos que giran sobre sí mismos de manera interminable, que no autoconcluyen, o la musiquita (el "musiquito", que decía un amigo mío) minimalista que chirría y chirría y chirría. Esta peli es como los "Sandwiches gourmet" del Rodilla, que se distinguen porque huelen peor y son un poco más caros, pero tienen un envoltorio un poco más bonito.
El problema no es que te quiten hora y media y varios euros, sino esa sensación de que te han insultado de manera directa. Pobre von Sydow, menos mal que no se va a morir nunca y podrá redimirse.