miércoles, 18 de junio de 2008
Tremendismo feminista
THE DEAD GIRL, de Karen Moncrieff
El problema de las filosofías irreales es que producen mal arte. El verdadero problema de las feministas americanas (ésas de las de la violación cada tres segundos que denuncian mediante el sonido de un silbato) es que les duele todo, hasta los granos en la cara, les duele el mundo tal como es, y con esa carga de irrealidad no se puede hacer una película porque nadie entra en ella. Todo el mundo se queda en la puerta de la sala, tranquilamente fumándose un pitillo. Karen Moncrieff nos ha querido colocar la adaptación de una novela tremendista americana, el contrarrelato del sueño americano femenino a partir de no sé qué tremendismo previo mal plagiado. Algo así como Violent Femmes hecho celuloide.
La Moncrieff se podría haber basado en Sangre fácil o podría haber mezclado sangre y religión, que en el Midwest mezclan muy bien y además el conjunto adquiere un subtexto progresista de verdad y algo eterno, visto lo poco que cambia la América profunda y el mormón de visita en el prostíbulo. Pero lo que ha hecho ha sido meter mucho guión y poco cine: la película no tiene fuerza icónica. Se ha quedado en un intento, fallido, por supuesto.
La psicología de los personajes es plana, es una psicología "de cortometraje", "todo el mundo es bueno", la puta, la lesbiana, la madre, la hermana... (es una consecuencia indeseable de explicar demasiado los personajes). Y la película deriva hacia el retrato psicológico, un error, porque en la psicología no hay tragedias, no hay conflictos, se es como se es. Y así se deshecha un tema interesante: la huida de casa, tan americana, que se convierte en otra cosa.
A pesar de todo, se ve que la Moncrieff (cuyas obras anteriores desconozco) "evoluciona favorablemente" y se puede imaginar una situación cercana en la que su maniqueísmo en proceso de disolución desaparezca por completo. Pero a uno le seguirá pareciendo -y no es un insulto a través de internet, está en la película- que para rodar una película realmente dura hay que ser lesbiana de verdad, y no sólamente por despecho.
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