¿ES APTA?
Ha llegado a nuestras pantallas preferidas una nueva saga de reyes, trolls, elfos, caballeros destronados, brújulas sabelotodo, osos acorazados y brujas de combate. Es La brújula dorada, basada en la leyenda moderna de turno escrita por Philip Pullman y que tanto ha soliviantado a la derecha católica norteamericana. Como dice Martin Amis, a quien intentamos plagiar en estas breves líneas: "Cuando el niño programa su despertador-dinosaurio, cierra su libro-dinosaurio y se acomoda entre sus sábanas-dinosaurio, ¿con qué sueña? Con dinosaurios." ¿Ahora con qué toca soñar? Con ateos.
¿Merece La brújula dorada la misma crítica que otros bodrios anteriores que por supuesto no hemos visto? ¿Tendrá razón Bill Donohue? Donohue, presidente de la Liga católica norteamericana, dice que La brújula dorada mete de tapadillo contenidos ateos para reclutar a las huestes infantiles que ahora van a dejar de soñar con dinosaurios y van a empezar a hacerlo con el abate Meslier ("hasta que el último rey cuelgue de las tripas del último sacerdote..."), con Lucrecio (De rerum natura) o con Cristovao Ferreira (que negó la creación). Como si no hubiera películas de Disney que hacen exactamente lo contrario inscribiendo sus ganancias en el haber de la Iglesia católica. Como si el cine no lo metiera todo, absolutamente todo, de tapadillo.
A uno le parece que habiendo tantas películas que adoctrinan con filosofías muertas o moribundas, tiene derecho a existir una con una filosofía viva, una filosofía que intenta todavía instaurar su mundo feliz, el racionalismo materialista y violento, por mucho que uno crea que ésa tampoco vaya a ser la solución.
La película habla de almas que sólo existen en los cuerpos, propugna una vida libre y autónoma, donde no haya autoridad, e incluso lanza guiños a la escuela anarquista, esa gran olvidada que tantos problemas les quitaría a los profesores. Pero no es sólo eso. Introduce el atomismo epicúreo -con la famosa decantación de átomos desde el cielo, responsables de los sentidos- o enseña cómo un niño se ejercita en el método cartesiano y aprende a preguntar. Y todo ello con honestidad, porque la trama es de una violencia espeluznante y no le hace ascos a llamar a la guerra por su nombre. Es firme partidaria de la guerra por la libertad, frente al señor Donohue, que se declara pacífico y cristiano, pero luego ¿apoya o no apoya a Bush?
Cuando salí del cine dos niños se dirigían en un dirigible propulsado por átomos al rescate de su tío, un científico preso, mientras dormían recostados en el lomo de un oso polar. ¿Es apta para menores? No si luego se van a acercar ustedes a la jaula de los osos.
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