jueves, 6 de diciembre de 2007

Blade Runner, de Ridley Scott


EL ESPERPENTO TECNOLÓGICO
Toca ahora ver un "montaje del director"; el de la mitificada, que no mítica, mítico en cine es todo, Blade Runner.
¿Qué decir de una película en la que a un condenado a muerte su asesino le dice: "Yo he diseñado tus ojos"? Te quedas tan "alucinado" como el replicante que no encuentra la respuesta.
La peli está llena de referencias culturales. El espejo de Jan Van Eyck en el que el pintor holandés pintaba con un pelo del pincel, mejorado por una tecnología digital que ya te pasa al otro lado del espejo, una referencia a un verso de Edna St Vincent Millay, "La luz que dura la mitad de tiempo, brilla el doble", Edipo matando a su padre, palomas, unicornios hechos realidad, campanadas, manos crispadas y clavos de Cristo. Tanto es así, tal es la densidad "icónica", y tantos son los cambios de tono que a veces parece un prólogo de Bergman. Una brutal acumulación de significado visual.
Y de teatralidad, porque el modo de actuación es muy teatral (el replicante muere bajando la cabeza, honesta, extraña y expresivamente, los brazos se van detrás de la amada...). U operístico, siendo el tema tan wagneriano, si se me permite seguir acumulando adjetivos.
Los cambios de tono son tan bruscos que los actores cambian de personaje en medio de una escena, del thriller a la comedia, del thriller al drama, del thriller a la escena romántica o al esperpento. Y es que si los norteamericanos tuvieran más sentido del humor o más libertad y menos sentido de la responsabilidad falso hubieran hecho de Blade Runner un esperpento tecnológico, porque eso es lo que es.
El final ha quedado en la nueva versión abierto, oscuro y más decente, porque rechaza el happy end (el director sabía que la biotecnología tampoco iba a traernos la paz) y porque la última frase muestra el peligro que corre el eslabón más débil, que es siempre el de la vida y si no mírese lo que pasa con los abortos.
Dicen los de la trama que ésta falla por demasiado sencilla, que no es creíble. Tanto mejor, así no hay que pensar sino que te puedes recostar en la butaca y reflexionar, que es otra cosa. Al cine no se va a pensar durante la proyección. Se va a pensar después.
Blade Runner, más que un monólogo famoso es la descripción de un universo de pesadilla bajo una luz gélida. Blade Runner, más que una película postmoderna es un toque de diana para que por ella desfilen todas las razas, todas las lenguas y neolenguas, todas las estéticas, todos los tonos y cambios de tono, todas las películas y todas las tribus en una sociedad sin ningún nexo. Nuestro único nexo es el Nexus 6.

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