viernes, 11 de enero de 2008
Across the universe, de Julie Taymor
SIN POESÍA VISUAL
No hace ni cinco días que dije en esta gavilla de píxels o lo que sea que no entendía bien cómo podían existir las tribus urbanas y que en este punto me daban lo mismo unos que otros. Pues bien, lo mantengo. Todo el que cede individualidad a una comunidad se comporta como la foca que hace gracias a cambio de pescado. Pero eso no quiere decir que todas sean, en lo demás, iguales, o siquiera similares. Hechas las sumas y las pertinentes restas, lo que ocurrió en los sesenta es evidentemente mucho más interesante que lo que vino luego.
Asusta ver el subtexto de las canciones de los sesenta y los anodinos y absurdos ripios de las canciones de ahora. Lo que se hizo entonces, por cursi que fuera, respira autonomía, psicodelia y anticonductismo. A su lado lo que se hace ahora parece algo así como una rata encontrando la salida de un laberinto y recibiendo su queso a cambio.
La película que reseñamos, Across the universe, de Julie Taymor, directora de una magnífica Tito Andrónico, es un musical que tiene todas las letras y la música de los sesenta, pero, desgraciadamente, toda la arterioesclerosis visual y el encorsetamiento dramático de los tiempos que vivimos.
Y uno ha ido al cine ilusionado de poesía visual, esperando esas carátulas esotéricas o aquellas portadas de libros en las que una manifestación surgía del rodillo de una máquina de escribir. Uno esperaba la imagen inesperada que rimaba con las fresas de Strawberry fields y se ha encontrado con la racionalización de las fresas en la mente de un burócrata, que se las ha comido con nata después de clavarlas en una cuadrícula para desangrarlas.
Y eso que había dónde elegir y que todo lo que ponen los sesenta en esta película es bueno y "está bien dicho". "No hay nada que quieras crear y no puedas crear." "Toma una mala canción y hazla mejor. Recuerda ponerla dentro de tu corazón. Sólo así podrás hacerla mejor." "She loves you, yeah, yeah, yeah." A nosotros nadie nos ha dicho eso. Pero no nos quejemos. Ahora llevamos una vida aún más cómoda que entonces. Vaya lo uno por lo otro.
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