viernes, 12 de octubre de 2007

La revelacion, de Leo Bassi


BRINDIS POR UN PAYASO
Uno no sabe nunca cómo acertar, así que se guía por los detalles a la hora de elegir un libro, ver una película o ir al teatro (música no oigo) y lo usual en mí es leer lo que dicen sus autores en las entrevistas y en ellas, habrá sido casualidad, Leo Bassi nunca había dicho, a mi leal entender, nada demasiado brillante. Pensaba uno que era uno de esos desesperados que amenizan los días de fiesta por estos lares en los que no faltan pueblos en los que se reúnen alrededor de una plaza para embadurnarse la cara de harina y mirarse los unos a los otros. Tampoco tendría nada de malo. Pero Bassi no es nada de esto. O sí, es esto y algo más que esto. Bassi es un bufón en toda regla, es un heredero de la más salvaje comedia dell´arte, es un auténtico payaso italiano, un Dionisos en calcetines. Y no me avergüenza afirmar que me ha emocionado con sus payasadas (como dice él, "hacer algo inútil, pero hacerlo muy bien, es algo típicamente italiano"). Aunque en lo que decía acerca de lo que todos sabemos no sé si llevaba razón o no, porque de eso no gasto ni, hasta hoy, he gastado nunca.
Leo Bassi me ha hecho pensar en lo que hubiéramos perdido de haber explotado la bomba que uno de esos iluminados por la santísima trinidad puso en el teatro de Madrid donde actuaba. Y, como siempre, hubiéramos perdido mucho. Hubiéramos perdido unos atabismos que surgen de la raíz de ese indomable pueblo transalpino al que todos -los españoles, secretamente- admiramos tanto.
Después de la representación me he acordado de una cita de Nietzsche. Aquí va: "El mal gusto tiene tanto derecho a existir como el buen gusto." Sea. Y mucha salud, signore Bassi.

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