MILENIUM 1. LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES, de Niels Arden Oplev
Thomas Bernhard acusaba a los austríacos de ser unos capitalistas avariciosos y al mismo tiempo de fingir enfermedades para cobrar el dinero del subsidio social. Ése es Bernhard. Pero yo -¡menuda vanidad!- no quiero parecerme a Bernhard y en estas cuestiones políticas me parece que hay que afinar un poco más. Hay que afinar todo lo que sea posible.
Yo opino que la política es una escopeta de dos cañones y con ella no se puede disparar por el cañón del socialismo sin disparar al mismo tiempo por el de la democracia, porque si no el tiro sale por la culata. Esto es: Podemos avanzar por el camino del socialismo sólo si al mismo tiempo avanzamos por el de la democracia (directa y a través de internet).
Yo soy admirador de Hayek como el que más y opino que lleva razón cuando dice que la labor del político no es ni mucho menos la del artesano que fija en la sociedad una idea que tiene en su mente, sino la del jardinero, que pone las condiciones para que el jardín pueda florecer y crecer sin que nadie le exija cuentas.
Pero, al mismo tiempo, creo a pies juntillas en eso que dice Chomsky de que si el socialismo es democrático genera una sociedad mucho más habitable que el capitalismo. Una sociedad mucho más confortable y también menos autista y más abierta al prójimo, que es ése a quien le debemos siempre algo desde el mismo momento en que llegamos a este mundo (la hembra humana es el único animal que no puede dar a luz sin ayuda).
Todo esto viene a cuento de que yo no sé lo que ha estado pasando en Suecia, pero me parece que cierta familia de allí ha estado haciendo demasiado dinero triunfando por los centros comerciales de medio mundo y que los suecos han pasado de engañar al subsidio a la avaricia individualista. Sí. Los suecos ya no engañan al subsidio. Ahora el subsidio les engaña a ellos. Y de ahí el triunfo de la última novela negra sueca: Henning Mankell y Stieg Larsson.
La novela negra es flor nocturna que florece en épocas de cambio y honda decepción: En la transición española se enseñoreó Vazquez Montalbán y a Berlusconi le ha salido una tal Donna Leon. Recuerdo un diálogo de Carvalho en el que éste le preguntaba a un vendedor de perros que cuánto costaba un pastor alemán y el vendedor le contestaba que no se lo vendía porque de un tiempo a esta parte había mucha mala sangre en España y no sabía para qué lo quería. Eso es la novela negra.
"Los hombres que no amaban a las mujeres" es una mala película bastante comercial, que es lo que le corresponde también a la novela negra. Y lo verdaderamente escalofriante no es lo que cuenta (que no es creíble y está lleno de las muletas del género) sino ver los escenarios de Bergman sin la película de Bergman y a las nuevas y tatuadas actrices suecas sin la bella juventud de Liv Ulmann, de Ingrid Thulin o de Bibi Andersson.
Niels Arden Oplev retrata una Suecia vieja. Hasta la protagonista joven carece de esa belleza sana y recién estrenada de las actrices de los sesenta, que tenían la piel recién encalada como el piso de una pareja de recién casados. Pero ya digo, lo que realmente asusta es ver el "mítico" -éste sí de verdad- "presenterar" del cine sueco presentando la adaptación de una novela negra, y lo que es peor, presentando a una mala película bien hecha. Eso sí que es cine negro.
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