EL LECTOR, de Stephen Daldry y R.A.F., de Uli Edel
Siguiendo con el símil de "a toro pasado", la verdad es que el cine actual hace unas películas magníficas de esta modalidad de a toro pasado, que es como poner el Barroco a parir panteras, igual de ridículo.
Construye historias planas, de lenguaje apofántico, ésta es la clave, puramente asertivo, y nos deja con nostalgia de algo chapucero, cogido como el rábano por las hojas y escrito por algún vago europeo iluminado. Lo que hizo Fassbinder con la R.A.F. a su debido tiempo, sin ir más lejos.
Hablando de Fassbinder y la R.A.F., recuerdo la escena de los terroristas haciendo rabiar a otro pobre terrorista -alguien "sin amigos"- cuando suena el teléfono de forma surrealista y contesta uno de los terroristas: - "Haus Mann? Ja." (¿Casa del hombre? Dígame.) Eso sí que es cargarse a la R.A.F. y no el guión cobarde y ecuánime que les ha salido, muy al gusto de la SPD (que es quien pone el dinero), pero también de la CDU. El personaje del policía comprensivo está hecho muy a propósito y acaba diciendo de todo, una cosa y la contraria.
En cuanto a El lector (que tiene un final truncado), parece que ya nos han sacado a pasear a sus impresionantes directores de arte. Lo que más me ha gustado es la relación entre los baños (¿el higienismo nazi?), el sexo y la lectura. Esto me ha recordado que de pocas cosas vive el hombre, que la cultura puede ser un complejo de muy pocas cosas, sólo de tres o cuatro magníficamente combinadas.
Por lo demás, El lector tiene ya la cursilería de todo lo que tiene que ver con "los campos", y ciertas falsedades históricas muy a propósito también. Pero todo esto es demasiado evidente.
A toro pasado. Es increíble lo bien que escribimos a toro pasado. Es como en "Amanece que no es poco", cuando uno escribe El ruido y la furia, de Faulkner. Puro plagio. Unos plagian de los libros y otros de la realidad.
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