lunes, 9 de febrero de 2009

Tricky Dick

EL DESAFÍO, de Ron Howard
Apenas dos palabras acerca de El desafío (Frost contra Nixon), que en tantos y tantos conceptos se parece a La guerra de Charlie Wilson, de Mike Nichols. Ambas tienen esa alta densidad icónica de los anuncios que los cineastas norteamericanos dominan tan bien. Ambas maquillan muy convincentemente episodios imperdonables de la política norteamericana (La guerra de Afganistán y la toma del poder de los talibanes y la presidencia de Nixon, respectivamente) y ambas administran bien esa ecuanimidad y ese conservadurismo políticos que los españoles que se dedican al cine se niegan a dominar y que tan artístico resulta cuando nos metemos en harina histórica. (El hombre es animal nostálgico y ninguna época -ningún dirigente- es lo suficientemente mala, ni siquiera ésta.) Y, finalmente, ambas películas son "perfectas".

Pero empezaré con las dos palabras. La primera acerca de Nixon: Nixon cometió crímenes y delitos y, lo que es más importante, había indicios firmes que lo demostraban. Y nunca fue juzgado. Nixon fue indultado. Ningún juez movió un dedo para imputarle un delito. La separación de poderes no funcionó, tampoco en Estados Unidos. Lo que le hizo dimitir a Nixon fue (Chomsky dixit) la opinión pública, no el aparato del Estado, ni siquiera en un país tan kelseniano como los Estados Unidos.

La segunda es acerca de las actividades de Nixon: En la misma época del Watergate se descubrió que Nixon había creado una vasta red de espionajes y asesinatos (especialmente de activistas de los Panteras Negras) que nunca apareció en televisión ni en ningún periódico respetable.

Por supuesto, la película no refleja ninguna de estas dos circunstancias. De hecho el lenguaje popular nos da un indicio de por qué le juzgó la opinión pública: En Estados Unidos se le conoce como Tricky Dick, Dick el tramposo, no Dick el asesino de negros o el espía de contribuyentes. Y es porque aquello que han conseguido que el norteamericano medio le eche en cara fue que hiciera trampa en "un juego", en un juego cualquiera, el que fuera, que hiciera trampas a "los demócratas", al Estado, a las reglas de juego. Pero jamás a ellos mismos, a la democracia.

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