miércoles, 4 de febrero de 2009

Otro parricidio fallido

LA CLASE, de Laurent Cantet
No es mucho lo que sabemos de pedagogía como no es mucho lo que sabemos de política. Así que no quiero criticar duramente esta película francesa, Entre les murs, que, sí, se mueve dentro del tradicional y parece que ya eterno giro conservador.
Pero algo sí sé sobre el tema, aunque seré un poco críptico al exponerlo (no son cosas que se puedan explicar tan fácil al que no las entiende o siente por sí mismo). Lo que sé es que no he visto jamás una huelga de estudiantes (que comportara no una manifestación sino el abandonar las clases) en ningún país al norte del Rhin. Sin embargo son muchas las que hemos visto al sur de este río. Dicha frontera, por cierto, coincide con la existente entre católicos y luteranos. No digo más. Los católicos parecen no saber moverse sino entre Cero en conducta y La clase, sin ningún género razonable de término medio.
Y a esto añado que no se pueden tomar decisiones a este respecto sin conocer este hecho.
Como que también hay que conocer el enorme desastre educativo (he visto las cifras y son impresionantes) que llevó a cabo el gobierno Aznar.

La película, que carece de cualquier atractivo formal -se puede estar con los ojos abiertos o con los ojos cerrados, tanto da-, es el asesinato de Marshall McLuhan en los suburbios de París. Y uno ha leído la maravillosa El aula sin muros. Bien, otro parricidio fallido con el que no estoy del todo de acuerdo, mientras el pensamiento negativo va desapareciendo cada vez más. Me temo que mi próximo libro va a ser la Dialéctica del iluminismo de Adorno (y eso que nunca he sido frankfurtiano).

Terminaré este post tan triste con un recuerdo para los profesores, que son los grandes perdedores de todo. Creo que poner a alguien en la tesitura de tener que enseñarle a otro lo que no quiere aprender y decirle que haga lo que no quiere hacer es inhumano. Y que no hay por qué obligarles a hacer eso si no se confunde la Beneficencia -a la que en mayor o menor grado estamos obligados todos- con la Libertad -que nos obliga antes y más fuertemente que ella-. Su posición me recuerda la opinión de Unamuno acerca de la pena de muerte: "No a la pena de muerte, porque no quiero que haya verdugos."

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